El Agrio

El Agrio es Bruno, y la narradora, quizá para su desgracia, se ha enamorado de él. Mucho más: se ha vuelto loca por él. El Agrio siempre llega tarde a las citas y no suele informar de sus planes, tiene una Leica, es muy dado a los accidentes, deshace los envoltorios con sumo cuidado y estudia japonés.

El Agrio es uno de esos espíritus dotados para apreciar la belleza de lo cotidiano: el papel pintado de un viejo restaurante, las pegatinas de las naranjas, la porcelana de una taza… El Agrio tiene una delicada relación con los objetos, pero es algo más descuidado en las relaciones con los seres no inanimados y no valora las atenciones de nuestra encantadora y rendida protagonista.

Valérie Mréjen analiza esta historia de amour fou como un médico forense que estudia la escena de un crimen, pero será el lector quien tenga que extraer las conclusiones: muchos se reconocerán en las peculiaridades de esta relación imposible llena de contestadores automáticos averiados, degustaciones de quesos y regalos por correspondencia. Irónica, mordaz y divertida, El Agrio es un pequeño tratado sobre los meandros que puede llegar a trazar el sinuoso río de la expectativa amorosa.

Leído en la prensa

«Otra excéntrica maravilla con forma de historia de amor imposible entre Bruno (alias El Agrio) y la protagonista. Las ilusiones estranguladas del amor no correspondido, el desdén, la ansiedad y la espera de algo que nunca llega nos lo cuenta la Mréjen a base de flashes rápidos y cortos, con un gran oído para el lenguaje coloquial, montando un estupendo melodrama especiado con ironía y dobles (o triples) lecturas.» Juan Cervera, Rockdelux

«Hay que tener una mano muy precisa para que una historia sencilla, como le ocurría a Sciascia, no sea ni por asomo únicamente eso y crezca tras la lectura. La mano precisa y la mirada ajustada de Mréjen lo logra con este recuerdo agridulce en forma de libro.» Paul Viejo, Público

«Los libros de Mréjen funcionan como episodios televisivos de una serie sobre su propia vida, que comparten unos mismos protagonistas y un mismo estilo conciso e inflexible… Su forma de examinar los recuerdos es casi científica y avanza con el rigor de una entomóloga, clasificando experiencias según sus propiedades observables.» Berta Gómez, Eldiario.es

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