Los montes antiguos

El narrador de Los montes antiguos regresa a la casa familiar, en Soria, tras la muerte de su padre. Allí ha de hacerse cargo de una tierra que, lejos ya de la idealización de otros tiempos, reclama ahora el cuidado de los árboles, el desbroce de la maleza, los preparativos para combatir el fuego. En sus sucesivas estancias en este territorio de límites imprecisos, entre el campo y la pequeña ciudad de provincias, descifrará «un ritmo que no se acompasa sino a sí mismo», el de una naturaleza que se sabe «lejos de la guerra de los argumentos».

Pero, también, desvelará una callada e insidiosa conciencia de la Historia: la de aquellos hombres y mujeres olvidados (paisanos y forasteros, fugitivos, hombres de palabra, gentes de oficio pegado a la tierra, muchachas fabuladoras, visionarios del pasado, soñadores de la revolución…) por los que pasaron una república y una guerra civil, las migraciones de la supervivencia…, y la vida, en resumen, en sus aspectos más tenues y reveladores.

Con su bellísima prosa, impregnada de la viveza del habla popular, y una singular cadencia de pensamiento, entre la novela y el ensayo más intuitivo, Los montes antiguos es una ambiciosa indagación contra cualquier naturalismo ingenuo o nostalgia edulcorada. Contra el mito de un país edénico, pero también contra la desmemoria. Una suerte de geórgica virgiliana moderna atravesada por la contingencia que compara en el fiel de la balanza, con una misma sospecha, naturaleza e historia.

Leído en la prensa

«Enrique Andrés recupera el acervo de las palabras que significan hondamente, y nos las devuelve vestidas con la piel sensible de la voz. ¡Qué bien encierra el tiempo en su libro, y qué bien refleja lo perdido, pero también lo inmortal!» Jordi Llavina, Cultura/s

«Enrique Andrés Ruiz que ha escrito un libro soberbio, titulado Los montes antiguos. Estoy completamente enamorada de lo que cuenta, lo que ocurre alrededor de Soria. Es como el mundo de los sudamericanos de los 80, pero aquí es una voz que se levanta de un modo muy particular.» Lídia Jorge

«Un tupido retablo intrahistórico: el testimonio de un universo que tiene su confirmación material en la propia tierra y el paisaje, más en los mencionados documentos que se suman a la voz del narrador, y cuya polifonía enriquece la lectura de esta novela espléndida.» Ana Rodríguez Fischer, El País

«Una apuesta por relatar lo rural reparando no solo en lo inerte, o en lo vivo no humano, sino también, y mucho, en lo humano, y en lo que lo humano ha creado: las palabras, las voces, las historias que, después de todo, también conforman eso que ahora se ha dado en llamar la España Vacía.» Cristóbal Ruitiña, Zenda

«Enrique Andrés Ruiz escribe de una manera de la que muy pocos hacen ya uso: contundente, descarada, rica, llena de reflexiones y poblada de significado. Y nos regala una novela majestuosa no sobre la España vaciada, sino la España rural, esa que estamos dejando morir pero de la que proceden nuestras raíces más hondas.» ELLE

«La prosa de Enrique Andrés Ruiz es excelente –en la estela de Delibes o de Jiménez Lozano– y esto bastaría para recomendar el libro, porque las descripciones del monte Valonsadero y sus alrededores, con minuciosos detalles sobre cada estación del año, sobre tormentas y sequías, sobre nevadas, sobre cada rincón del lugar son magníficas (…) ¿Novela, ensayo, crónica?: hay un poco de todo y muy bien narrado.» Luis Ramoneda, Aceprensa

«Destaca su labor como cronista de una época y de una geografía apenas recordada por la sociedad actual, la de la España rural que parece haber quedado relegada a mera postal, a conversación anecdótica (…). Un relato plagado de imágenes de la naturaleza antigua que, también moderna aunque no lo recordemos habitualmente, resisten calladas el progresivo desarrollo de la humanidad.» Cristina Suárez, Contrapunto

«No es sencillo describir cómo es esta novela por la sencilla razón de que en su globalidad no se parece a nada ni a nadie. (…) Una obra magnética. » José Bernardo San Juan, Madrid actual

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