La estación del pantano
Este libro imagina una hipótesis: ¿qué sucedió durante el año y medio en que Benito Juárez, quien acabaría siendo el primer presidente indígena de México, vivió desterrado en Nueva Orleans? Es en ese «hueco marcado por el punto y aparte» en la autobiografía de Juárez donde comienza la narración. Acompañado por un pequeño grupo de exiliados políticos, Juárez desembarca en 1853 en esa ciudad hedionda que, situada a orillas de un pantano, los absorbe como una esponja. En ella se rinden al lodo, a las flores de jazmín, a la música, a la extrañeza del idioma y al insoportable verano, pero, sobre todo, se dan de bruces con la descarnada realidad del comercio de seres humanos, un mercado que nunca se detiene. Descubrirán que Nueva Orleans es una colmena de identidades heterogéneas donde se venden mujeres apresadas por las calles y donde el capitalismo muestra su pulsión primitiva, la más esperpéntica.
La estación del pantano muestra ese tiempo detenido e incierto que precede siempre a la acción de unos cuantos audaces para tratar de invertir el orden establecido. Y lo hace con la libertad arrolladora y la transgresión que caracterizan la escritura de Herrera, gracias a la cual consigue que nuestra lengua suene como una lengua liberada del diccionario que decide salir a dar un paseo.
Yuri Herrera bucea esta vez en la Historia para ofrecernos una novela magistral que, con una gran potencia fabuladora al tiempo que firmemente asentada en la investigación archivística, logra dar con una clave secreta de un presente a la intemperie.
Leído en la prensa
«La prosa de Yuri se demora, sobre todo cuando describe, y de pronto queda como suspendida, despojada casi de toda trama, dispuesta ahí para la exaltada o fastidiada contemplación de los lectores. De un modo u otro, y como pedía Borges, no hay en esta novela una página que no contenga por lo menos una felicidad.» Rafael Lemus, Gatopardo
«Con el lenguaje radical y envolvente que le caracteriza, Herrera nos sumerge en escenas, diálogos y miradas que se hacen universales: deslumbran, interpelan, provocan relecturas. No sobra ni una palabra.» Karina Pacheco, El País
«La maravilla de esta novela es que Yuri Herrera no busca imitar un habla antigua ni hacer un “retrato” histórico de aquel momento. Su Juárez rehúye el tema del prócer con mayúscula y más bien deambula por los pantanos en esa olla en la que se mezclaban la esclavitud, el racismo, la exuberancia e incluso el amor; (…) [Juárez y sus compañeros] buscan trabajos para sobrevivir y avanzar, como cualquier migrante estancado en una frontera, ese territorio de paso que Herrera va pintando con una prosa límpida, un habla directa y distinta que se ajusta a la libertad que le da aquel tiempo borrado de los libros y los documentos históricos.» Ana García Bergua, Letras Libres
«Herrera se aleja de la tradición decimonónica de la novela urbana para acercarse a la literatura sureña y así retratar a esta ciudad a orillas del Misisipi, melancólica, decrépita, desigual. Leer a Herrera nos devuelve a Mark Twain, Harriet Douglas, Kate Chopin o Frederick Douglass. Nueva Orleans es una ciudad en la que todos tratan de sobrevivir. » Anna María Iglesia, El Mundo
«La estación del pantano es prosa que no se olvida y meditación sobre el exilio político, he dicho. Y sobre todo, un tratado sobre el tiempo muerto, sobre qué ocurre con la Historia cuando la mayúscula se tarda en llegar.» Christopher Domínguez Michael, Cuadernos Hispanoamericanos
«Yuri Herrera lleva a cabo una intensa investigación que sienta las bases de su capacidad imaginativa, plasmada con una escritura magistral.» Sagrario Fernández-Prieto, La Razón
«Herrera se ha convertido en una de las voces imprescindibles en el panorama de las letras de América Latina. Y es que su prosa no solo es arriesgada y original, sino que se sitúa entre las más innovadoras y libres de la lengua española, mirando aquende y allende el océano Atlántico.» Héctor J. Porto, La Voz de Galicia
«La estación del pantano, puesta a ser novela de algo, es la novela de una ciudad, en su violento y árido reobrarse, junto al agua putrefacta de los pantanos. Esto debería llevarnos, de manera inmediata, tanto a la novela de Twain como a los relatos de Bierce y Chandler Harris. Esto es, a la norteamérica esclavista que vivaquea y que medra en torno al Mississippi.» Manuel Gregorio González, La Voz de Cádiz
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