Los árboles no huyen
Al acabar la Segunda Guerra Mundial, millones de alemanes fueron expulsados de Prusia Oriental (entre otras zonas de Europa) y desplazados a Alemania sin posibilidad de regresar. Dado que al principio de la contienda el régimen nazi había utilizado la excusa de las minorías para su política expansionista, los gobiernos de posguerra juzgaron que trasladar a esas minorías era la única manera de evitar futuros conflictos. Pero aquellos que se dieron en llamar territorios recuperados, y que se repartieron Polonia y la entonces Unión Soviética, llevaban siglos habitados por población alemana. El traslado de estas personas fue brutal: a pie en los primeros meses; en trenes de mercancías y transporte de ganado después. Sufrieron inanición, agotamiento, frío extremo y un vandalismo que los despojaba de sus poquísimas pertenencias. Una periodista de la época afirmó que fue «la decisión más inhumana que tomaron nunca unos gobiernos dedicados, en teoría, a la defensa de los derechos humanos».
El protagonista de esta novela, que tenía trece años cuando se produjo el gran desalojo, es uno de esos desplazados. La guerra lo ha dejado sin familia –sólo sobrevive uno de sus hermanos– y sin país. Únicamente conserva cuatro fotografías. Al cabo de cincuenta años decide recorrer con su esposa los escenarios de su niñez.
A pesar de que los nuevos moradores de su tierra natal se esforzaron por borrar toda huella de sus existencias erradicando sus comunidades, su cultura y su lengua, Jürgen Ramm tiene la esperanza de reencontrarse al menos con el mar, los prados o los bosques, pues «las aves migratorias siempre regresan y los árboles pueden llegar a hacerse viejos. Los árboles no huyen», aunque lo que verdaderamente desearía es encontrar las piezas que deberían encajar en los vacíos que se abren cuando piensa en el pasado. En esa travesía –geográfica, sensorial y memorialística– cada nuevo hallazgo sobre su familia despierta en él sentimientos encontrados que a su vez le generan nuevas incógnitas imposibles de esclarecer. Una envolvente novela, asentada en una meticulosa documentación, sobre la memoria alemana de la guerra.
Leído en la prensa
«Un libro enternecedor, una conmovedora lección de pequeña historia llena de tonos grises.» Alfonso Vázquez, La Opinión de Málaga
«Stössinger aborda con inteligencia en este bellísimo libro algo tan quebradizo como los recuerdos y las herencias recibidas, tanto de un refugiado arrancado de cuajo de sus raíces (de ahí su anhelo de «ser como un árbol de grandes raíces fijas») como de una Europa que aún mira por el retrovisor con sentimientos encontrados: la sensibilidad de la víctima y el descaro del verdugo.» Marta Rebón, La Lectura
«Una envolvente y documentada novela sobre la memoria de lo que se vivió en Centroeuropa durante y después de la Segunda Guerra Mundial.» National Geographic
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