Antoine de Rivarol nació en 1753 en Bagnols-sur-Cèze, cerca de Aviñón. Su padre tuvo diversos oficios, incluso el de posadero, y su madre perteneció a la pequeña burguesía. Movido por sus deseos de prosperidad, Rivarol se atrevería a servirse del título nobiliario de uno de sus parientes y, más tarde, a bautizarse como Conde de Rivarol. A pesar de ello, fue invitado a todos los salones de París, cuyos protagonistas eran los más famosos escritores, artistas y pensadores. En ellos conoció a todos los grandes autores del momento, incluidos los enciclopedistas, que fueron sus primeros modelos. Fue, también, amigo de Chamfort, y en el exilio trató a Chateaubriand. Aunque hoy sus obras más perdurables nos parecen, por su humor, penetración psicológica y claridad de expresión, sus aforismos, tanto sus cartas abiertas como sus discursos, amén del Pequeño almanaque de nuestros grandes hombres o el Pequeño diccionario de los grandes hombres de la Revolución, son de un interés notable, y le granjearon entonces gran fama y una buena situación económica. «Defensor del pueblo», según sus propias palabras, Rivarol puso en marcha diferentes publicaciones para propagar sus ideas. Prefirió exiliarse antes que someterse a los dictados de la Revolución, en cuyo futuro no creyó nunca, como tampoco en el papel de la nobleza francesa, a la que siempre detestó. Murió en Berlín en 1801.
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