Cadenas de oro
Un joven autor escribe un relato, como si se tratara de un pasaje de Las mil y una noches, a petición de una antigua amante, que lo abandonó tiempo atrás. El resultado es un «relato amoroso y moral», protagonizado por algunos conocidos escritores de finales del XVIII, y que encierra, finalmente, alguna moraleja sobre el amor, la amistad y el ejercicio de la escritura. Y, también, claro está, sobre la vanidad.
Amor («volteriano hasta donde se pueda, sobre todo el amor propio») y moral (siguiendo las tesis del gran moralista Chamfort) son dos de los temas más atrayentes en la obra de Dumur, que escribió esta narración «informe», y muy atractiva, en 1895, cuando tenía treinta y cinco años. La publicó en un par de ocasiones, una de ellas bajo seudónimo. De hecho, durante algún tiempo se especuló con la idea de que hubiera sido escrita a seis manos junto a sus amigos Remy de Gourmont y Alfred Vallette, con quienes trabajó en la revista, y luego editorial, Mercure de France.
Dumur brilla en esta novela corta, donde incluye pasajes de otros autores, hasta llegar al guiño a través del plagio, en un ejercicio casi metaliterario que se adelantó a muchos autores franceses de las generaciones siguientes. Paul Léautaud fue el primero en dar fe de ello, aunque fuera medio en broma: «Dumur es un gran escritor de escritores, y un gran antólogo de buenas frases, ideal para los buenos lectores». Y Marcel Proust el segundo, pues siempre apreció la guasa con la que Dumur se refirió en esta nouvelle a Charles Augustin Sainte-Beuve, a quien él mismo le dedicó el fulminante Contra Sainte-Beuve.
Leído en la prensa
«Dumur brilla en esta seductora novela corta, sobre amores y pasiones de todo tipo, donde incluye pasajes de otros autores, hasta llegar al guiño a través del plagio, en un ejercicio casi metaliterario que se adelantó a muchos autores franceses de las generaciones siguientes.» Manuel Arranz, Levante
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