El testamento de un bromista

Esta novela breve, tan violenta como lírica, cuenta una infancia parecida a la del propio autor con una profundidad de observación y una precisión en el análisis magistrales. El protagonista de la historia crece, como diría Zola, uno de los defensores de Jules Vallès, «con la sorda rebeldía del niño oprimido por la educación y la enseñanza», pero nos hace sonreír tanto como nos conmueve. Se trata, pues, de una novela sobre la infancia en tiempos duros para la infancia. Crueldad y ternura, sensibilidad y dureza. Colegios, internados, profesores y padres despóticos en la Francia del XIX, tras la Revolución. Y el anhelo de ésta, de la libertad con mayúsculas, tras tanta represión.

El testamento de un bromista es el primer antecedente de la conocida trilogía autobiográfica en la que Vallès, que fundó varios periódicos po­líticos y participó activamente en la Comuna de París, radiografió su época. Michel Tournier escribió: «Uno es vallesiano por el mismo motivo que es stendhaliano: por amor al hombre, al hombre de bien, antes incluso que por la admiración que nos despiertan sus escritos».

Leído en la prensa

«El testamento de un bromista es un libro tan limpio, insumiso, inteligente, honesto, desolador y divertido que merecería ser un best-seller.» Javier Cercas, El País Semanal

«Leída hoy presenta dos características que la hacen altamente recomendable. La primera es la mezcla de crueldad y ternura que genera una historia que es, ante todo, violenta. En este aspecto no deja de parecerse al libro también autobiográfico de Jules Renard, Pelo de zanahoria. Son libros duros sobre la infancia en tiempos duros para la infancia y el secreto posiblemente esté en que se trata de relatos de personalidades que viviendo y soportando la violencia y la agresión desde la familia misma poseen la sensibilidad que los convertirá en artistas; y es esta mezcla de sensibilidad y dureza la que consigue una lírica muy especial que emana de la misma crudeza de la situación. La segunda característica es la modernidad de la escritura y de la concepción misma del relato.» José María Guelbenzu, El País

«Por este motivo (como otros bien explican) y otros cuantos, "El testamento de un bromista" es una extravagancia literaria interesante; imprescindible, tal vez no, pero sí curiosa: por su anticipación a lo que vendría mucho después, por ese narrador protagonista que regala mazazos filosóficos a diestro y siniestro, por esa historia cruel, pero vívida.» solodelibros.com

«Su prosa descarnada preludia a Foucault, véase “mi padre me tendió la mano, fría como serpiente”. Siglo y medio después, nos sombra la facilidad con la que hemos llegado a asimilar las convenciones, y que todas las revoluciones se orienten a la consolidación de lo instituido.» Matías Vallés, El Diario de Mallorca

«El testamento de un bromista es un cáustico recorrido por los avatares de la educación pacata, ridícula y católica que enarbola la pequeña burguesía bienpensante; un retrato cruel y certero de la familia; un rechazo visceral de la cultura impartida en los colegios más selectos, mundo hecho tan sólo de palabras, de tropismos y de vacuas figuras de estilo.» José Giménez-Corbatón, El Heraldo de Aragón

«La viva, fragmentada y económica escritura de Vallès sigue causando asombro hoy por su absoluta modernidad, tan alejada de la media de la novela realista y naturalista que entonces era hegemónica.» Manuel Hidalgo, El Mundo

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