Falla humana
En esta nueva novela, Diamela Eltit se muestra tan infatigable como siempre y más aguda que nunca para retratar los desmanes de un sistema decrépito y fallido: aquel en el que a sus eslabones más débiles se les niega la posibilidad de tener un sitio digno donde vivir.
Una pequeña comunidad obrera de una ciudad sin nombre, ciudad que podría ser cualquiera de las que proliferan en el siglo XXI, aguarda la intervención inminente de la Compañía para llevar a cabo la Deportación en mitad de la noche, es decir: el desalojo forzado de una veintena de casas levantadas en unos terrenos que serán muy valiosos cuando se expulse a los vecinos –«cuerpos que son una falla inadmisible» del espacio que habitan– y desaparezcan las viviendas.
Pero la noche, cómplice necesaria para acometer el desahucio, es el medio natural de la Búha, una majestuosa guardiana que, encaramada a la rama de un baobab, vela por los destinos de esas gentes: vigila incesante porque se ha propuesto detener la entrada de los camiones e inventar algún ardid para disuadirlos de su misión.
A través de la narración de la Búha, asistimos al desfile de una serie de personajes que harán frente común para defender el vecindario, la Cuadra, que se erige casi en un personaje más de esta historia. Una fábula de resonancias bíblicas en la que los acontecimientos narrados, lejos de afianzar la fe en dios, confirman que éste hace mucho que se desentendió de los desasistidos del mundo.
Eltit, punzante y visionaria, irónica, plebeya, empática y magistral, no olvida la dimensión poética de sus criaturas y nos brinda una novela plagada de imágenes poderosas y certeras, verdaderos asideros a la hora de reflexionar sobre si el implacable mundo de nuestro presente es el mundo en el que queremos vivir.
Leído en la prensa
«En Falla humana, Eltit construye un relato mítico con todo lo que el capitalismo desprecia porque no es rentable y ensucia las sociedades pulcras y ordenadas, productivas y sumisas. Eltit maneja con maestría una suerte de una poética de los desposeídos [...]. Por eso, sin duda, la victoria de Eltit es la de inventar una epopeya antiheróica en los márgenes podridos de un planeta a la deriva o de un barrio asediado por la codicia». Begoña Méndez, El Cultural
«Un verdadero poema, queridos lectores. Una lacerante metáfora sobre la pobreza y la indefensión cívica.» J. E. Ayala-Dip, El Diario Vasco
«Una obra guiada por una inteligencia incisiva y exigente. Le interesan las lenguas populares, el cine y los boleristas, como Lucho Gatica, o figuras como los vampiros o Frankenstein. Pero no es una escritura con concesiones, sino que huye de lo convencional.» J. A. Masoliver, La Vanguardia
«Fuerzas especiales es una de las mejores novelas escritas en castellano que he leído en los últimos tiempos. Lo es por su excelencia narrativa y por la perspectiva desde la que está narrada.» J. Ernesto Ayala-Dip, El País
«La de Eltit es una literatura originalísima y de calidad para lectores vivos y valientes.» Ascensión Rivas, El Mundo
«En un mundo que descarta el bien común y rehúsa recordar, se abre la célula precaria de la última pareja militante. La alegoría del fin es una pregunta por el coste de la resignación: ¿alguien sobrevive al apocalipsis? La novela latinoamericana responde: sobreviven sus magníficos fantasmas. Todos están muertos en Pedro Páramo, pero las voces recuentan el poder refutado. La muerte de Artemio Cruz exorciza la ubicuidad de la corrupción. Cien años de soledad termina en la condena de la soledad patriarcal. Diamela Eltit vuelve a interrogar en Jamás el fuego nunca el poder y el mal con la rebeldía de una novela capaz de creer plenamente en el lector.» Julio Ortega, El País
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