La casa del tiempo
Hace ya muchos años que Orlando se marchó de su aldea natal, perdida en la campiña italiana. Ahora, su carrera de pintor, al igual que el resto de su vida, se encuentra en una especie de letargo, un leve extravío que pretende encauzar volviendo a los paisajes de su niñez: allí descubrirá que la vieja casona rosa de su maestra está en venta y la compra sin saber muy bien por qué. Sin embargo, como se anticipa ya desde el título, la casa no será un elemento pasivo en esta historia: comienzan a suceder algunos fenómenos insólitos que le desvelan rastros ocultos y le harán creer que tal vez haya sido la casa quien en realidad lo ha elegido a él.
En este viaje al pasado, en el que nuestro protagonista se sumerge para encontrar el sentido de su presente, el suspense y la melancolía se alían inesperadamente para alumbrar una bella novela intimista salpicada de atardeceres luminosos, huertos y flores. Laura Mancinelli realiza un hermoso ejercicio de introspección cuyo hilo conductor es una de las preguntas que han asediado al hombre desde siempre: ¿por qué hacemos lo que hacemos?, ¿cuál es el sentido de ciertas decisiones? Con humor e ironía, la autora nos muestra que a veces los mayores misterios de la existencia ocurren a plena luz del día y, trenzando delicadamente la poesía de lo maravilloso cotidiano con la memoria, nos enseña a ver los lazos secretos que nos unen a los lugares y las cosas.
Mancinelli teje con sutileza una trama de misterio trufada de idílicas estampas del campo italiano en un texto que rezuma calma y ternura, pero atravesado por un impulso decididamente vitalista: «Si la muerte corta un hilo, hay que anudar otro, y la vida misma te sugiere cómo hacerlo».
Leído en la prensa
«La casa del tiempo es como una lección de música que nos recuerda ciertos finales susurrados de Chéjov.» Italo A. Chiusano, La Repubblica
«Pocas veces como en este caso el relato de la vida de las gentes y de las cosas alcanza a mostrar lo que bien podemos denominar la fascinante complejidad de la claridad.» José María Guelbenzu, Babelia
«Con una estructura sencilla y una escritura ligera, meditada, de intención lírica (…) reflexiona sobre hasta qué punto un hombre es hijo del paisaje, de la familia, del afecto, del tierno y oscuro centón de sus antepasados». Manuel Gregorio Fernández, Diario de Sevilla
«La prosa de Mancinelli oscila entre la nostalgia y una melancolía también gozosa, tiene algo de esa sencillez en extremo difícil, de la honda levedad de Marisa Madieri, de cuyo marido, Claudio Magris, fue amiga, y remite igualmente, en cierto modo, a la finura envolvente, por la vertiente familiar, de Natalia Ginzburg. Posee el encanto de una acuarela neblinosa de un rincón recóndito, lejos del bullicio.» Fermín Herrero, El Cuaderno
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