Nuestras primeras veces

30 (pre)historias extraordinarias

La historia de la humanidad es el relato de una larga invención. Siempre se ha dicho que los seres humanos no viven en el medio natural, sino que lo transforman para sobrevivir. La inteligencia del hombre reemplaza el instinto y las garras de los animales o la fuerza de la naturaleza. Desde tiempos remotos, los humanos avanzamos a golpe de primeras veces, que, situadas en su contexto cronológico, permiten descifrar algunas de las grandes etapas evolutivas de nuestro comportamiento: hubo una primera vez en la que alguien encendió un fuego, construyó una cabaña, ideó una herramienta, se vistió, transmitió un conocimiento, decidió migrar en busca de un lugar mejor o esbozó una pintura.

El prehistoriador francés Nicolas Teyssandier responde a muchas preguntas en esta original, apasionante y lúdica narración de la historia del ser humano. A través de treinta momentos fundamentales, traza un retrato de cómo hemos llegado a ser lo que somos. Lejos de tratarse de meras especulaciones, el puzle de la humanidad se completa a través de la arqueología, ciencia de lo efímero por excelencia –en la que cada prueba viene condicionada no sólo por el azar de las leyes de la evolución, sino también por el que rige los misterios de la conservación–, y de indicios que van más allá de nuestra memoria como especie: el del nacimiento del lenguaje –demostrado a partir de un hueso de neandertal de hace 60000 años–, de los dioses, de la pintura o del consumo de leche.

Cuando se acaba la lectura de este libro, erudito y divulgativo a la vez, se tiene la certeza de que la imaginación humana carece de límites.

Leído en la prensa

«Gran parte del atractivo de este ensayo reside en que es un libro breve, armado en episodios también breves, que sin embargo resulta profundo. Es convincente Teyssandier cuando nos habla de las diferentes etapas y estilos de las artes visuales y escultóricas prehistóricas, lo es cuando deshace clichés, y brilla, sobre todo, cuando no quiere brillar. [...] Se emparenta por ejemplo con David Graeber y con Alfredo González-Ruibal [...]. Teyssandier es humilde y, en su humildad, respetuoso.» Berta García Faet, El País

«No es sencillo reconstruir épocas pasadas y descubrir los mejores indicios y señales que sirvan como punto de partida. Así, el autor no oculta ninguna de las dificultades que conlleva datar estas impenetrables primeras veces ni esconde el hecho de que las mejores hipótesis no son, por lo tanto, inamovibles.» Rachel Mulot, Sciences et Avenir

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