Rombo
En Rombo, palabra que designa el oscuro estruendo que hace la tierra al temblar, la naturaleza y la historia oral se trenzan para alumbrar un vibrante relato sobre los efectos, tanto físicos como psicológicos, de las catástrofes naturales. En mayo y en septiembre de 1976, dos seísmos arrasaron el noreste de Italia y causaron graves daños al paisaje y a su población: unas mil personas murieron bajo los escombros, decenas de miles se quedaron a la intemperie y muchas acabaron abandonando para siempre sus hogares en Friuli.
«Desde entonces ha pasado media vida o más, pero la letra con la que se inscribió en la memoria de todos no se ha borrado»: Rombo es, efectivamente, una indagación sobre la memoria –«animal que ladra por muchas bocas»– que urden los testimonios de siete habitantes de una remota aldea entre los Alpes y el Adriático, personas que tienen que aprender a vivir a partir de la pérdida y el trauma.
No obstante, el personaje principal de Rombo es el propio paisaje, el nuevo paisaje que produce la fuerza del cataclismo: las montañas y los ríos, el karst, las aves, las cabras y los cardos. Una misteriosa Italia de lengua eslava, fronteriza y migrante, donde «cualquier recodo, cualquier intersección de caminos, tiene su marca: pedazos de roca con rayas incisas, cruces inclinadas, pequeños conos de piedras superpuestas. Mensajes para los entendidos, muletas del recuerdo, sitios de la memoria. Advertencia: no se olvide».
Como ya hiciera en Arboleda, Esther Kinsky despliega en este libro un prodigio literario sin parangón en nuestro tiempo: una escritura total, punzante y rítmica, etnográfica y novelesca, geológica y profundamente humana.
Leído en la prensa
«Una conmovedora novela que entrelaza magistralmente la historia natural y la memoria.» Thomas Hummitzsch, der Freitag
«En Rombo la tierra habla. Con gran destreza, Kinsky da vida al mundo natural que la rodea. Esta novela ofrece un poderoso antídoto contra el trauma, contra esa incapacidad de narrar el dolor, a través de la lengua y de las infinitas posibilidades de la descripción.» Matthew Janney, The Financial Times
«Una conmovedora novela que entrelaza magistralmente la historia natural y la memoria.» Patricio Pron, La Vanguardia
«Esther Kinsky ha creado en Rombo una obra literaria de impresionante brillantez estilística, diversidad temática y obstinada originalidad. Lejos de la ensoñación ecológica sin pena ni crítica, las novelas y los poemas de Kinsky sitúan a la humanidad en relación con las ruinas que ha producido y con lo que aún queda de la naturaleza.» Jurado del Premio Kleist, 2022
«Kinsky muestra las texturas de un mundo en su formación y destrucción trágica, nos acerca al propio y lento despliegue de la vida con una potencia orquestal, entonada, en una suerte de sobrevuelo privilegiado y poético que requiere atención y paciencia.» Ernesto Calabuig, La Lectura
«Con esa prosa sutil y delicada, Kinsky nos presenta hábilmente una imagen de un mundo perdido y de sus gentes, el trauma que sufrieron y sus efectos a largo plazo (…). Particularmente impresionantes son las descripciones del paisaje. Sin idealizar nunca la belleza de este paisaje, hay una sabia descripción del mismo, de su flora, sus animales sus rasgos geológicos, todo en una fascinante mezcla, memorias ficticias y literatura geológica (…).» Francisco Recio, La Opinión de Málaga
«En Rombo la lengua se convierte en la forma más elevada de compasión y solidaridad no sólo con nosotros, los seres humanos, sino con el mundo en su totalidad, el orgánico y el inorgánico, que habla a través de diversas voces vivas. Un milagro de libro.» Maria Stepanova, autora de En memoria de la memoria
«Kinsky pide que tengamos en cuenta todo aquello que los desastres sísmicos destruyen, deforman o alteran para siempre dentro de un poderoso escenario natural que también es capaz de borrar cada rastro de nosotros mismos. Con una prosa poética bien estructurada y una buena disciplina narrativa, la autora de Rombo mezcla géneros, abunda en digresiones que jamás aburren e invoca a Dante y Heinrich von Kleist para que nos reconozcamos en lo irracional del mundo.» Luis M. Alonso, Abril
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